The Two Survivors - Chpt 3 [Spanish - ES]

The Two Survivors [Spanish - ES]



Descripción:

 Las Dos Chicas Sobrevivientes es una serie de fans de los cómics y las historias, creada por Antony Bindilatti y en colaboración con Priscilla2Warrior, también conocida como Priscilla McGee. La serie tiene la unión de diferentes historias de personajes de series famosas como Claymore (marca registrada de Norihiro Yagi y Madhouse Studio) y The Walking Dead (Robert Kirkman y Telltales Games con The Walking Dead: Michonne), todos centrados en algunos viajes, algunas acciones y algo de diversión con los personajes favoritos (y algunos menos).

 La historia se centra en dos chicas jóvenes: Priscilla y Paige. Priscilla es una guerrera de la Organización recién formada después de recibir su lugar como Número 2, y Paige es una de las sobrevivientes después de que un apocalipsis zombi devastó Georgia y convirtió a las víctimas en Caminantes.

 Y cuando los dos sobrevivientes se encuentran, comienza un viaje largo y incansable y tendrán que luchar para sobrevivir.

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Capitulo 3

Habían pasado horas desde que los sobrevivientes escaparon de la horda de zombis. La camioneta Ford F-250 avanzaba a toda velocidad hacia el sur, donde Alice, la madre de los chicos Marcos y Andrew, pretendía encontrar refugio después de cruzar la frontera con México. Sin embargo, el viaje sería largo y tendrían que parar para abastecer el vehículo y descansar para recuperarse de la fuga.

Los sobrevivientes se encontraban en medio de una zona deshabitada de Georgia, con un poco de vegetación pero que parecía un desierto como el de Arizona. Priscilla y Paige continuaban en la caja del vehículo, descansando después de utilizar sus fuerzas para mantener a los zombis alejados de aquella familia mientras Alice hacía todo lo posible para accionar el motor de la camioneta y huir de aquel estacionamiento infestado. Paige notaba a su amiga en un estado de inmovilidad. Al parecer, ella utilizó una cantidad considerable de Yoki que casi resultó en su Despertar, una fase en la que una Claymore sobrepasa los límites de uso del Yoki hasta el punto de transformarse en seres monstruosos, hambrientos por carne y entrañas humanas.

Aunque fuera incómodo sacarla de su reposo, Paige se preocupaba por el bienestar de su amiga. Extendiendo su mano en dirección a su hombro, la joven tiradora intentaría llamarla de esa forma, creyendo que el ruido del vehículo en movimiento dificultaría su llamado. Hecho esto, los ojos de Priscilla permanecían cerrados. Paige intentó sacudirla un poco a fin de llamarla.

“¿Priscilla? Priscilla.” llamó Paige mientras la sacudía levemente.

Esta vez, la guerrera volvió a abrir sus ojos lentamente. Atendiendo el llamado de Paige, su mirada se fijaba en la sobreviviente.

“¿Sí, Paige?”

“Parecías callada y, medio que terminaste durmiendo todo el viaje. ¿Estás bien?”

La guerrera parecía estar un poco reclusa para hablar de su estado. “Sí, Paige. Estoy bien.” respondió Priscilla.

La tiradora, por otro lado, sentía que había algo en ella que no diría de forma abierta.

“¿Imagino que estamos lejos de alcanzar nuestro destino final?”

“Sí. Y Alice no especificó dónde en el sur buscaremos refugio y dónde debemos parar.”

Dicho aquello, Priscilla recordaba la conversación que tuvo con la madre de los chicos y Paige sobre un lugar que no fue alcanzado por el apocalipsis zombi. Un lugar que serviría de abrigo para ellos mientras las dos podrían proseguir en su jornada y encontrar algo que pudiera ser el camino de vuelta para el mundo de Priscilla.

“Verdad. Y como no sabemos si el lugar que ella busca sea el refugio que tanto buscaba, este viaje solo llevará a nada.”

Poco antes de que continuarán conversando, las dos escucharon el sonido de una ventana abriéndose. Al mirar, vieron que fueron Marcos y Andrew que abrieron la ventana para verlas.

“Priscilla, Paige. ¿Están bien ahí?” preguntó Marcos.

Las dos chicas miraban hacia ellos, mientras que Paige respondía sonriendo a fin de animarlos. “Sí, Marcos. Estamos bien.”

“Qué bueno. Nos preocupamos si el viaje está siendo cansativo para ustedes.”

“No. Por ahora está todo bien aquí.”

“¿Y Alice? ¿Ella sabe de algún lugar que podamos parar para descansar?” preguntó Priscilla.

“Nuestra madre va a ver si encontramos un lugar adecuado para comer y descansar. No se preocupen.” respondió Andrew.

“Así que encontremos uno, pararemos para un descanso.” completó Marcos.

Las dos chicas sonreían para ellos ante aquello. Mientras continuaban en la carretera, los dos muchachos fueron a ver a su madre a fin de responderles a Priscilla y Paige.

Después de que la ventana fue cerrada, ellas retomaron la atención una en la otra.

“Bueno, vamos a torcer para que lleguemos a un lugar para comer y descansar. Este viaje me está dando hambre.”

“¿Pero y las galletas?” preguntó Priscilla a respecto de los víveres que poseen para el viaje.

“Priscilla, las galletas no suelen llenar la barriga de la misma forma que un plato de comida de verdad. Está cierto que te darán algún sustento, pero sentirás falta de algunos nutrientes si te quedas viviendo de galletas.”

“Cierto.”

“Y además, tú no sueles comer mucha cosa. Tanto que necesité comer algunas de tus galletas para que no se estropearan.”

“¿Estropearse? ¿Pero realmente no duran en el embalaje?”

Paige negó con la cabeza. Y justo antes de que pudieran continuar, sintieron algo que sacudió bruscamente la camioneta. Los pasajeros sintieron aquello, como si el lugar en el que estaban sufriera algún tipo de terremoto.

“¡¿Qué fue eso?!” preguntó Paige asustada.

“Yo no sé, Paige. ¿Será que ellos también sintieron lo mismo que nosotros?”

“Vamos a ver.”

Cuando ellas fueron a abrir la ventana para hablar con Alice y los muchachos, la mujer recuperó la estabilidad del vehículo a través del volante. Marcos y Andrew atendieron a las dos sobrevivientes que llamaban por ellos a respecto del sacudón.

“Marcos, Andrew. ¿Qué sucedió?” preguntó Priscilla.

“Pasamos por un agujero en el asfalto.” respondió Andrew.

Oyendo aquello, las dos fueron a mirar detrás de la camioneta. Para el espanto de ellas, era un poco comprido y una parte del fondo era mayor de lo que imaginaban que fuera. El sacudón causado en el vehículo debe haber sido de cuando la rueda pasó por encima del agujero y que acertó parte de los componentes esenciales como eje de transmisión.

Y después de haber atravesado aquel agujero, la performance de la camioneta cayó seriamente a punto de no andar de acuerdo en la carretera. Consecuentemente, Alice necesitó hacer una parada de emergencia después de que no estaban yendo de acuerdo.

“¿Mamá?” preguntó Marcos.

“Está todo bien, Marcos. Esto fue apenas inesperado. ¡Garantizo que vamos a conseguir colocar esta camioneta de vuelta en la carretera y volveremos para nuestro destino final.”

Al ligar el vehículo nuevamente y girar el volante para la izquierda, el eje no respondía bien a los cambios de dirección. La camioneta avanzaba apenas para el frente, con algunas veces un poco para la izquierda o a la derecha. De esta vez estaban presos en medio al desierto, sin señal de alguna mudanza para mejor.

“Mamá, nosotros no estamos saliendo del lugar.” dijo Andrew mirando para el lado de fuera a través de la ventana.

“¡Yo sé que ella va a conseguir ir adelante, Andrew! ¡Yo sé de eso!” dijo ella casi impaciente.

La camioneta no conseguía ir para el destino deseado de acuerdo. La mujer apagó el motor de la camioneta mientras descendían para ver el estado de ella. Priscilla y Paige también dejaron el vehículo para ver la situación.

Aunque no se podía ver el eje debajo de la camioneta a simple vista, la rueda delantera estaba torcida y la trasera parecía intacta. Afortunadamente, no había fugas de aceite o gasolina por no haber golpeado el tanque de combustible, pero con una de las ruedas fuera de lugar ya era señal de que necesitaba mantenimiento.

“Parece que estamos atrapados aquí. ¿No es así?” preguntó Priscilla.

“Bueno, si alguien supiera de mecánica y pudiera arreglar esa rueda, se podría decir que no estamos atrapados.” replicó Alice.

Las dos chicas se miraban la una a la otra, luego volvieron su atención a Alice.

“En caso de que no lo hayas notado, nadie aquí entiende de mecánica, y más o menos entiendo lo básico.” respondió Paige.

“Y no poseemos las herramientas o medios adecuados para arreglarlo.” dijo Andrew como refuerzo de las palabras de la chica.

Alice estaba en un punto muerto ante las dos chicas. Parecía que todo lo que dijera sería ignorado o abrumado por respuestas pesimistas.

“¿Por qué no vamos a pie? Sé que podemos encontrar algo en el camino mientras caminamos.”

Ante las palabras de su hijo mayor, Priscilla podía sentir que él tenía razón. En la condición en que se encontraban, podrían optar por continuar a pie o esperar por ayuda. Y como no había nadie cerca para ayudarlos, la última opción que quedaba era dejar la camioneta y proseguir a pie, rumbo al sur.

Pero para la madre de los chicos, esta opción los dejaría a todos expuestos a los peligros que puedan estar escondidos, esperando por una presa fácil.

“¡Ay no, Andrew! ¡Yo no estoy con ganas de andar en medio de este sol ardiente y que esos cadáveres ambulantes nos alcancen!”

“Que sepamos, los zombis no pueden correr tan rápido como para alcanzarnos. Y estamos muy lejos de Atlanta.” dijo Paige.

“Todo indica que no hay zombis en esta región.” completó Priscilla.

“Pero puede haber animales salvajes que pueden atacarnos.”

“Mamá, por la forma en que estás hablando, parece que no nos estás ayudando mucho.” dijo Andrew ante sus palabras. Marcos concordó con su hermano mayor en que Alice no los estaba ayudando a encontrar una solución para este impasse.

Cuando ella oyó eso, su paciencia estaba por un hilo. Antes de que pudiera decir algo, se giró hacia la rueda de la camioneta y pateó la tapa.

“¡Mierda!” exclamó ella frustrada.

Aquella actitud de ella dejó a los muchachos asustados y a las chicas asombradas. Ella se quedó repitiendo varias veces hasta caer de rodillas mientras lágrimas corrían de sus ojos. A fin de consolarla, Paige se acercó a Alice que lloraba por su incapacidad de ayudar a los demás.

Extendiendo su mano en dirección de su hombro, la joven sobreviviente la llamó.

“¿Paige?” dijo ella mientras se calmaba.

“Hey. Escucha, vamos a hacer lo siguiente: Tú eres una persona madura y sabes cuidar de los demás. ¿Por qué no te secas esas lágrimas y muestras que eres fuerte y valiente?”

“¿Pero y... y la camioneta?”

“Está todo bien. Nos protegeremos unos a otros frente a los peligros de un mundo salvaje y hostil.”

“Y sobre la camioneta, yo puedo empujarla hasta donde ustedes necesitan parar para comer y descansar. completó Priscilla al acercarse a las dos.

“¿Qué? ¿En serio?” preguntó ella espantada.

“Claro. Como yo soy una guerrera de la Organización, puedo cargar cosas pesadas que ningún ser humano podría hacer con sus propias manos. Además, no me incomodaría con este tiempo ardiente.”

Las dos chicas convencieron a Alice que la situación podría ser contorneada a través de la increíble fuerza física que la guerrera poseía y de la disposición de Paige en vigilar posibles peligros que puedan surgir en medio de la jornada hasta una zona segura a fin de descansar. Ella abrazó a las dos y sus hijos llegaron hasta ella.

Con todo resuelto, Priscilla fue empujando la camioneta hasta donde podría ir con sus fuerzas, mientras Paige permanecía en la caja y aquella familia en la cabina del vehículo.

////

Habían pasado horas desde que la joven guerrera fue empujando la camioneta después de haber torcido el eje de transmisión y dejar el vehículo en pésimo estado para trafegar en la carretera. Aunque esté debajo de un sol ardiente y su cuerpo transpiraba en un ritmo que se aceleraba gradualmente, ella hizo de todo para ayudar a sus amigos a salir de un lugar con posibles peligros inminentes.

Paige estaba sentada en la caja del vehículo, observando de un lado para el otro, manteniendo el fusil en la mano en caso de que aparezca algo peligroso. Los muchachos dormían con la cabeza apoyada en los hombros de Alice, mientras ella los mantenía cerca. A pesar de haber comenzado con frustración por su lado, volvió a hacer de todo para que nada de aquello vuelva a repetirse.

La jornada parecía que no acababa nunca. Incluso con Priscilla ofreciéndose para empujar la camioneta en dirección al horizonte, todo consistía en un inmenso desierto. Ningún punto de referencia como edificios, gasolineras, restaurantes o cualquier otra edificación humana fue avistada y usada como punto de parada para viajeros. Apenas cactus, vegetación rastrera y piedras.

Hasta que, la madre de los chicos avistó algo surgiendo en el horizonte. Era un puesto usado para que los camioneros paran para abastecer el aire y combustible de sus vehículos, comer y descansar después de horas de viaje. Aunque no sea una de las cosas que Alice usaría como zona segura, las cosas estaban para mejorar después de aquella fuga para escapar de los zombis en la ciudad. Por un lado, ella y sus hijos pueden alimentarse con otra cosa además de lo que vienen agarrando de las tiendas y casas abandonadas. Y también pueden dormir en camas confortables en vez del suelo.

“¡Marcos! ¡Andrew! ¡Miren!” llamó ella al despertar a sus hijos.

Los dos oyeron su llamado, despertando lentamente de su descanso. Cuando vieron de qué se trataba su llamado, ellos se alegraron por avistar aquel edificio en medio del desierto. Marcos llamó a las dos chicas para que vieran lo mismo que ellos avistaron, pidiendo a Priscilla que siguiera adelante hasta la gasolinera.

Al llegar al lugar, había algunos tanques de combustible, aunque parecían un poco oxidados de viejos, estaban funcionando en caso de que ellos necesiten reponer el combustible consumido en el viaje. Además de esto, tenía un garaje de mantenimiento, perfecto para arreglar la camioneta en caso de que haya alguien que entienda de mecánica; y una posada con cafetería que servía desde el desayuno hasta la cena.

Priscilla paró de empujar la camioneta después de estar en el puesto. A los ojos de los sobrevivientes que descendieron del vehículo, no había nadie que estuviera del lado de fuera, atendiendo a quien hubiera llegado de un largo viaje. Era igual a la ciudad de la cual escaparon por cuenta del apocalipsis zombi. Parecía que el lugar fue abandonado.

“¿Hola? ¿Hay alguien ahí?” llamó Paige. No resultó ser útil.

Priscilla y la familia miraban de un lado para el otro buscando a alguien que estuviera en el garaje o en el interior de la posada. A veces puede que no haya una o más personas del lado de fuera, pero puede haber alguien del lado de dentro de las edificaciones.

Al registrar el garaje, la guerrera notó una mesa de trabajo llena de herramientas para trabajar con piezas de metal, como atornillador, soplete de fusión, sierra de cortar metal y una variedad de llaves de boca. Pero nada de personas que trabajaran en este lugar que fuera a atenderla. Y aunque hubiera, se quedarían asustados de verla con una espada en la espalda, con un recelo de que ella fuera a asaltar este puesto y llevarse algo de valor.

En la posada, los dos niños y la madre de ellos entraron después de empujar la puerta hacia adentro. Avistaron un mostrador acompañadas de varias estanterías de bebidas y placas con los nombres para los diversos platos que este establecimiento tiene para ofrecer a sus clientes. Y como no debe haber más clientes que pudieran pasar por acá o de camiones de proveedores de alimentos y bebidas, buena parte de los platos fue tachado de los menús.

A fin de ver si había alguien en el lugar, Alice y sus hijos llamaron bien alto y cuando lo hicieron, oyeron el sonido de pasos de una persona dirigiéndose al mostrador de la posada. Era un señor alto, de cabello anaranjado aunque la parte superior de la cabeza esté expuesta, piel blanca y tenía una edad en torno de los 46 años. Vestía una camisa blanca con listas azules con un delantal blanco con un poco de ceniza, pantalón jeans gris oscuro y zapatos negros. Se presume que es el propietario de este establecimiento. La mirada de él era medio amarga, como si él hubiera despertado para un día horrible de su vida.

El hombre colocó sus manos arrugadas en el mostrador mientras se acercaba con la cabeza en dirección a la mujer y sus hijos, causando un cierto desconforto en ellos.

“Ahh, viajeros. Imagino que ustedes vinieron de muy lejos solo para llegar aquí.” dijo él con una voz un poco ronca y una mirada cuestionadora, como si él no fuera a ayudarlos. “¿Qué puedo hacer por ustedes?”

“Mirar.” Alice respondió, tratando de mantenerse firme frente al dueño del restaurante. “Estamos buscando un lugar donde quedarnos y… una inspección de la camioneta. Es porque el eje se ha desplazado y no puede moverse de su lugar.”

Antes de completar su pedido, sus hijos agregaron que necesitaban comer algo diferente de lo que ya tenían para mantenerlos vivos. Dicho eso, Alice reforzó el pedido de ellos.

“Y mis hijos necesitan comer algo. ¿Será que tienes cómo ayudarnos con eso?” concluyó ella.

“Cierto. Yo voy a ver con el Chef ahí en la cocina sí tiene cómo atenderlos en lo que comer y en la revisión de su vehículo. Por medio tiempo, yo puedo reservar un cuarto para ustedes. ¿Son solo ustedes tres?” requisitó el dueño del establecimiento mientras retiró de su bolsillo una lapicera y un bloc de notas.

“No. Hay dos chicas más que vinieron con nosotros. Están del lado de fuera para cuidar de la camioneta y buscando por alguien para ayudarnos.”

“Mira, aquí solo estamos él Chef y yo de funcionarios de esta posada. ¿Los otros que solían trabajar aquí antes? Se fueron. Decían que este era el fin del mundo por la falta de clientes y se marcharon.”

“Si lo que dices que solo ustedes dos se quedaron, ¿cómo han estado viviendo lejos de la civilización y solo con lo que este lugar tiene reservado?” preguntó Andrew. Alice intentó pedirle que evitara preguntar demasiado de la realidad en que el mundo estaba pasando. Pero el hombre respondió.

“¿Si están hablando de las cosas que comenzaron a arrastrarse por la ciudad después de una epidemia catastrófica y antes de que las cosas se pusieran bien feas? Simple, no quisimos salir de aquí. Como este lugar está lejos de una ciudad, optamos por quedarnos aquí mientras los otros quisieron condenarse.”

Alice miraba con un poco de pavor ante la breve historia de él. Sin nada que agregar, él pegó la lapicera para anotar el pedido de ellos.

“Sin nada que preguntar, el pedido de ustedes. ¿Qué quieren comer aquí? Escoja del menú arriba.”

“Una hamburguesa con queso y soda.” pidió Marcos.

“Una hamburguesa con tocino y queso con jugo de naranja.” pidió Andrew.

“Voy a pedir un café sin azúcar.” pidió Alice.

El dueño anotó los pedidos en el bloc. “Cierto. Bueno, yo voy a hablar con él Chef para preparar sus platos. Yo ya vuelvo.”

Mientras ellos esperaban por el hombre ir para la cocina, Alice pidió a Marcos ver a las dos sobrevivientes allá en el lado de fuera y si necesario llamarlas para poder hacer las reservas de los cuartos.

////

En el lado de fuera de la posada, Paige permanecía al lado del vehículo dañado a fin de protegerlo en caso de que un ladrón viniera a robarle a ella o al lugar. El sol continuó ardiendo encima de todo lo que estaba debajo de él. En ese momento no había ninguna señal de zombis ni nada aterrador que pudiera ponerla en alerta.

Poco antes de optar por entrar en la posada, ella ve la puerta abriéndose. Era Marcos que llegaba para llamarla a ella y a Priscilla. Fue en ese momento que la guerrera regresó de su búsqueda y vio al muchacho dirigiéndose al mirador.

“Priscilla, Paige, mi madre me mandó a llamarlas. Hay dos personas en la posada y están dispuestas a ayudarnos con comida, descanso y mantenimiento de la camioneta.” dijo el joven Marcos.

“Me alegro de que haya funcionado que hayamos encontrado este lugar.” respondió Paige. Poco antes de entrar, una preocupación vino a su mente en relación a la espada de Priscilla y a su fusil. Aunque estuviera trabado para evitar disparos accidentales, ella tenía un recelo de que la primera impresión de que eran vistas como alborotadoras. “¿Será que no hay problemas de que entremos con esas armas?”

“Esperamos que no, Paige. De donde yo vine no había problemas de que entráramos en casas humanas con espadas.”

“En caso de que hayas olvidado, estamos en un mundo diferente donde hay reglas sobre entrar con armas en lugares públicos.” dijo Paige seria.

“Bueno, no creo que haya problemas en cuanto a eso.” dijo Marcos.

Paige y Priscilla miraban al joven muchacho y después una a la otra. Sin nada que agregar, ellas optaron por entrar en la posada.

////

Al entrar en la posada, Alice y Andrew sonrieron al verlos. Y cuando entraron, el dueño del establecimiento salió de la cocina a atenderlos. Había otra persona a su lado. Alto, de piel morena, cabello castaño oscuro y su edad rondaba los 41 años. Tenía los brazos bien definidos por las diversas tareas que desempeñaba en el área mecánica, de limpieza y de cocina. Se supone que éste es el Chef del que hablaba el propietario.

El Cocinero trajo los platos de la familia en una bandeja de aluminio. Al llegar a la mesa, colocó el plato de hamburguesa con queso con soda para Marcos, el plato de tocino con jugo de naranja para Andrew y el café para Alice. Los muchachos se sirvieron de la comida preparada por el hombre y cuando éste vio a las dos muchachas, decidió servirles algo de comer si querían.

“¿Queréis comer algo por aquí? “Puedes echar un vistazo al menú allí”.

“No quiero comer nada ahora.” dijo Priscilla ya que no estaba lista para comer porque estaba llena con las pequeñas porciones de galletas.

“Tomaré un X-Bacon. Le añadiré un refresco de limón.” Paige preguntó.

“Muy bien. Vuelvo enseguida con tu plato.” respondió el Chef. Luego se dirige a la cocina con la bandeja vacía.

El propietario permaneció en el mismo lugar que antes y con la misma apariencia que antes.

“¿Son éstas las chicas de las que hablaste?” preguntó con el ceño fruncido hacia Alice.

“Oh sí. Son ellos. Oh, no te preocupes si vinieron con armas.” ella respondió para mantener la calma.

“Huimos de una horda de zombis en una camioneta. Daba miedo, pero nos protegieron de ellos”. completó Marcos.

“Y necesitamos ayuda con la camioneta para volver a la carretera.” dijo Andrew.

El dueño permanecía con la misma apariencia de antes. Casi sin importarle la situación de ellos. Los muchachos, la madre y las chicas estaban medio callados ante él.

“Saben, no me molesta si vinieron para acá a fin de conseguir refugio, desde que no hayan traído esas cosas. Después de que todo esto comenzó, mi vida ha estado en paz. Y me gustaría que ella continuara así.”

Priscilla sentía que aquel hombre era muy áspero en la forma de cómo hablaba con ellas y con Alice. Venir para acá parecía haber saltado de un show de horrores para otro, solo que más agrio que antes. Y para completar el grado de acritud, él lanzó su única obligación, en un tono que dejaría una mala impresión sobre su persona.

“Y yo espero que ustedes consigan mantener las cosas en orden por aquí mientras yo soy el dueño de este establecimiento. Si no logras mantenerlos en su lugar, me aseguraré de que olvides este lugar la próxima vez que busques refugio.”

La guerrera y Paige encaraban seriamente aquel hombre austero después de haber dicho aquello. A pesar de no ser prudente avanzar con un puñetazo en él por él ser más viejo que ellas, difícilmente él conseguiría un pase con ellas caso las "cosas" no queden bajo control, como él había dicho para ellas. Alice y sus hijos miraban para aquella situación desagradable surgiendo del hombre para las chicas.

“Con permiso…” llamó ella a fin de intentar calmar las cosas. Consiguiendo la atención de él, la madre de los muchachos se preparaba para hablar. “No me gusta ser bruta, pero… hemos recorrido un largo camino para escuchar algo así. Apenas salimos de una experiencia desafortunada y ahora ¿queréis hacernos ir de aquí, sin coche y sin descanso?”

“Yo solo quiero que las cosas continúen del jeito que están."

“¿Cómo usted quiere que ellas sean? ¿De que este lugar sea un fuerte intocable en la cual los zombis no puedan invadirlo y que solo queden en ciudades arruinadas?” preguntó Paige sin entender el punto al que el dueño quería llegar.

“Eso no tiene sentido.” completó la madre de los muchachos.

“Pero es la realidad que yo quiero. Si no estás contento con ello, acéptalo de otra manera o puedes prepararte para irte.”

Aquellas palabras parecían quebrar con la moral de cualquier persona que acreditaba haber hallado una zona segura en este restaurante para camioneros. Los muchachos estaban espantados con aquella discusión. Y poco antes de que Alice rebata de forma seria las palabras de él, la joven Paige respondió de forma calma pero firme ante los ojos del dueño.

“No se preocupe. Garantizo que ellas no saldrán del control así que hayamos hecho nuestras cosas.”

El Chef regresó de la cocina con la merienda preparada para la muchacha que había pedido comer, junto con un refresco. Se dio cuenta de la actitud de su superior y decidió intervenir.

“Oye Richard, ¿por qué les lanzas tanta negatividad? Necesitan un lugar donde quedarse y estar en buena forma si quieren continuar su viaje hacia donde necesitan ir.” llamó él al llamarlo por su primer nombre.

“Chef, no comiences otra vez. Sabes mucho que yo me quedo cansado de oír ese tipo de conversación.”

“¿Sabes, ve si tienes otro cilindro de gas en el depósito. Creo que aquel acabó después de hacer los bocadillos.” pidió el cocinero.

“¡Pero también tienes la llave del almacén!”

“Es, pero tú adoras trancar las cosas de un modo innecesario.”

Oyendo aquello de su cocinero, Richard se irritó.

“Está bien. Yo veo si pego uno nuevo del depósito.” respondió él en el momento que se dirigía hasta el depósito para pegar otro cilindro de gas.

El Cocinero miraba para su patrón yendo para el depósito, dando un poco de espacio y aire para Priscilla, Paige, Alice y sus hijos después de aquellas palabras ásperas de aquella persona. Y al verlo entrando en aquel lugar, suspiró de alivio y se dirigió a los sobrevivientes. Retiró una silla de una mesa vecina para sentarse con ellos.

“Yo pido disculpas si mi jefe habló unas cosas insensatas. Espero que él no los haya ofendido.” dijo él mientras se sentaba.

“De ningún modo.” respondió Alice a respecto de las disculpas del cocinero. “Solo no comprendo por qué él dijo aquello.”

“Aún más con un aire tan áspero, pidiendo que las cosas queden del jeito que él quiere.” completó Paige.

“Richard pasó por unos momentos difíciles poco antes del apocalipsis zombi. Primero la mujer de él y sus hijos lo dejaron después de una discusión seria que tuvieron. Creo que él tenía la costumbre de beber mucho o era algo relacionado a este restaurante que no estaba yendo muy para adelante. Yo no le pregunté eso.”

“¿Y qué sucedió después?” preguntó Marcos.

“Después de un tiempo, los otros funcionarios que trabajaban aquí se fueron, creyendo que aquí era el peor pedazo del infierno aquí en la tierra. Él se quedó tan fuera de sí cuando ellos lo dejaron y los camioneros no pasaron por aquí cuando las noticias del apocalipsis se esparcieron como una floresta ardiendo en llamas.”

Los sobrevivientes prestaban atención al cocinero. La mirada de Paige permanecía la misma de antes cuando respondió calmadamente pero firme al Richard. Priscilla y Alice sentían algún desconforto y los muchachos Marcos y Andrew se quedaron calmos después de aquello.

“Solo una pregunta. Si lo que otros dijeron, bien, según tú, que aquí era el peor pedazo del infierno aquí en la tierra, ¿por qué tú te quedaste aquí?”

“Yo también quería irme, así como ellos. Pero él necesita de un buen cocinero en tiempos como este, me pidió que yo me quedara aquí. Además de eso, nadie gustaba de él, hasta la mujer de él.”

“Cierto. Y, ¿él te trata bien?” preguntó Andrew.

“Cuando él no está fuera de sí, hasta que va bien.”

Paige miraba para Priscilla y los otros poco antes de volver a mirar para el cocinero. Cuando parecía que no había más nada que agregar en la conversación, el hombre se dio cuenta del vehículo mencionado por su patrón.

“Bueno, Richard me habló que su camioneta necesitaba de una revisión y que el eje de ella se rompió. Yo voy a dar una mirada en ella y ver lo que puedo hacer.”

“¿Tú entiendes de mecánica y arreglar camionetas?” preguntó Andrew.

“Pero claro, mi joven. Trabajó tanto en la cocina como en el taller. Claro que Richard me pide no usar la misma ropa caso yo haga alguna comida en la cocina, de lo contrario habría grasa y aceite diesel en mis manos y a los clientes eso no les gustaría. ¿No es eso cierto?”

Los niños, la madre de ellos y Paige rieron de aquel comentario del cocinero. Apenas Priscilla no rió por no estar familiarizada con las cosas de este mundo.

“Mira, no sé cómo expresarme, pero, muchas gracias por atendernos y disponer de su tiempo para ayudarnos.” agradeció Alice sonriendo para él.

“En cualquier momento. Además, mi nombre es Sullivan Winters. No creo que nos hayamos presentado adecuadamente.”

“Ah, en este caso, soy Alice.” Le presentó a Sullivan. “Y mis hijos…”

“Marcos.” presentó el hijo más nuevo.

“Andrew.” presentó el hijo más viejo.

“Soy Paige.”

“Y yo soy la Número 2, Priscilla.” presentó la joven guerrera con su nombre-registro en la Organización.

“¿Número 2? Eso es nuevo para mí.” habló el cocinero sorprendido por el nombre de ella.

“Es una larga historia.”

“Bueno, yo imagino que debe ser. Bueno, vamos a dar una mirada en la camioneta de ustedes. Pueden dejar los platos cerca del mostrador. Yo los llevaré hasta la cocina para lavarlos.”

Habiendo concluido la conversación y el bocadillo, los sobrevivientes dejaron los platos y vasos en el mostrador para que Sullivan los lavara en la cocina. En seguida, fueron hasta el garaje para ver la Ford F-250.

////

Priscilla, Paige, Alice y sus hijos acompañaron a Sullivan para mostrarle el vehículo que usaron para escapar de esa horda de zombis en la ciudad y llegar al restaurante. Permaneció en el mismo lugar que antes después de que la joven guerrera usó su fuerza para empujar el vehículo averiado.

Para realizar el mantenimiento, Sullivan pidió al personal que lo llevaran al taller mientras él sacaba un estuche con varias herramientas de mecánico de debajo de la mesa y las ponía encima. Priscilla y los demás empujaban el vehículo, aunque ella logró sacarlo del desierto sola.

“Mira, tengo que admitirlo. Tuvieron suerte de encontrar uno de estos para escapar.” confesó el mecánico mientras los observaba introducir el vehículo al garaje.

“¿Por qué dices eso?” Paige preguntó sin darse cuenta mientras empujaba la camioneta.

“Cuando los demás abandonaron ese lugar, se llevaron todos los vehículos que había allí. Automóvil, camioneta, motocicleta, tractor de remolque. Hemos estado atrapados aquí desde entonces.”

“¿Y Richard no pensó en irse de aquí si había un vehículo de respaldo?” Alice preguntó mientras ayudaba a los demás con el vehículo averiado.

“No sé. Para él, este es el único ‘lugar seguro’ en este mundo.”

Empujando la camioneta un poco más, Paige miró hacia Sullivan.

“Pero me imagino que los zombis de los que tanto se ha hablado vendrán aquí y no quiero ni saber cómo terminará si eso sucede.” terminó con una mirada de preocupación.

“Tampoco nos gustaría saber cómo terminará esto si nos quedamos aquí demasiado tiempo. Necesitamos que el camión esté listo lo antes posible.” respondió la chica con el rifle Marlin Modelo 25.

El vehículo fue empujado un poco más hasta que quedó alineado con la plataforma elevadora hidráulica. Sullivan les pidió que se detuvieran y caminó hacia el botón para levantarla. Pasando debajo del vehículo, comenzó a inspeccionar el eje de transmisión.

“Hmm, en serio. El eje se rompió. Tendré que cambiarlo.” Sullivan informó en su inspección.

Priscilla miró a Paige y luego al mecánico. “¿Crees que puedes hacerlo en poco tiempo?”

“Bueno, siempre que tenga las piezas y medidas correctas, creo que puedo reemplazar el eje de su camión mañana.”

El Chef dijo que arreglaría su camión y lo tendría en condiciones para circular antes de la fecha límite de mañana. Por supuesto, sabían que Sullivan era un ser humano y que necesitaba tomar descansos del mantenimiento y el trabajo.

Y justo antes de que el mecánico comenzará su trabajo, cuando la plataforma estaba elevando el vehículo a la altura necesaria, surgió un problema que se pasó por alto debido a la falta de personal adecuado para inspeccionar el elevador. Una de las mangueras de aceite que mantenían la estabilidad de un lado se rompió, provocando que el conjunto de mecanismos perdiera apoyo y se inclinara hacia la derecha, arrastrando consigo al camión hasta el punto de romperlo y convertirlo en un montón de chatarra y retrasar de una vez por todas las reparaciones.

Sin embargo, a pesar del susto, Priscilla se percató de lo que estaba a punto de suceder y rápidamente se movió hacia el lado derecho del ascensor y detuvo ese desagradable desenlace, manteniendo la plataforma alineada. A los ojos de Sullivan, la joven espadachina se aferraba al lado derecho de la plataforma con la menor de sus fuerzas físicas, sorprendiendo en el proceso. Paige, Alice y sus hijos también quedaron impactados por el susto, pero aliviados por la increíble perspicacia de Priscilla.

“Sullivan, ¿estás bien?” preguntó la guerrera que sostenía la plataforma.

La respiración de Sullivan se estaba recuperando después de ese susto. “Mira, después de esto, no creo que lo olvide fácilmente. Pero debo admitir que tienes una fuerza impresionante.” respondió aliviado y sonriendo al joven guerrero. Se levantó para revisar uno de los lados hidráulicos del ascensor.

Como hacía mucho tiempo que no lo utilizaba porque ya no había vehículos para reparar, su preocupación era el desgaste con el paso del tiempo, y esa fue exactamente la respuesta que obtuvo. La manguera se rompió debido al uso prolongado y al secado del material, perdiendo resistencia hasta el punto de adelgazar la capa de goma. Además, la presión ejercida por el peso de la camioneta sobre la plataforma contribuyó a la rotura de dicho componente y a la fuga de aceite desde el interior y desde algunos extremos hacia el exterior.

“Bueno, este ya no está en condiciones suficientes para que pueda usar este ascensor.”

“¿Pero qué pasa con la reparación del camión?” preguntó Alice preocupada por el vehículo.

“Todavía puedo repararlo. Simplemente no estoy seguro de que esto aguante mucho tiempo y me resultará difícil dejar su camión en buenas condiciones para mañana.”

“¿Y qué pasa con el posadero?” preguntó Andrew.

“Richard prefiere hacer trabajos que no involucren grasa, sopletes y vehículos. Para meter dos dedos en la grasa, no puede pasar medio minuto sufriendo escalofríos.”

“Este tipo es un pollo.” Paige respondió con una expresión amarga.

“¿Pollo?” preguntó Priscilla sin saber de qué se trataba.

“Es una definición para una persona que no tiene el coraje de hacer algo así.”

“Como un cobarde.”

“Correcto.”

“Exactamente. Y ese es uno de los problemas de Richard. Como todo el trabajo manual aquí lo hago yo, la mayor parte de nuestra contribución siempre ha sido el pilar de este establecimiento. Pero como ya no tenemos clientes que disfruten de nuestra hospitalidad y reciban toda la ayuda posible, bueno, excepto usted; Aquí simplemente hacemos prácticamente lo mismo con los fantasmas.”

Los hijos de Alice y ella quedaron casi devastados al escuchar eso. Un hombre como Richard que sólo hace el trabajo de mantener activo el establecimiento sin estar disponible para Sullivan, el único trabajador manual, era algo sumamente frustrante cuando el vehículo tardaba más tiempo en estar listo y algunos de los medios para tal fin estaban lejos, haciendo más difícil el viaje de los sobrevivientes.

Priscilla mantuvo la plataforma alineada con el camión en la parte superior. A la luz de esa conversación, mientras miraba el dispositivo y luego al mecánico, una idea le vino a la mente.

“Hey Sullivan.” Priscilla llamó. Cuando la escuchó, volvió a prestar atención a lo que diría sobre su idea. “Si necesita ayuda para arreglar la camioneta, puedo ayudarlo en todo lo que pueda. Sé que todavía estoy agarrada a esta plataforma para evitar que se vuelque, pero puedo ayudarte con otras cosas para repararlo.”

“Agradezco tu ayuda, Priscilla. Sé que estás dispuesto a ayudarme a arreglar el vehículo.” respondió el mecánico sonriendo.

Y en ese instante, Paige decidió ofrecerse como voluntaria para ayudar. Y lo mismo les ocurrió a los hijos de Alice, aunque ella estaba preocupada por ellos si se lastimaban o se cubrían de aceite y las manchas eran difíciles de quitar. Sin embargo, ella también decidió ayudarlo.

Al escuchar esas solicitudes de ellos para ofrecerse como voluntarios para ayudarlo a mantener el camión, Sullivan estaba más que complacido. “Amigos, estoy más que agradecido de contar con vuestros conocimientos y vuestra voluntad de ayudarme.”

Los sobrevivientes pasaron la tarde arreglando el camión mientras Sullivan les ordenaba reemplazar el eje roto por uno nuevo y reparar las otras secciones si se habían dañado durante el viaje. Hubo momentos en que tuvieron que turnarse y evitar usar el ascensor varias veces. Desde que se rompió la manguera de aceite, un lado no pudo subir ni bajar.

////

Pasaron las horas, la camioneta estaba parcialmente lista. Lo último que faltaba era abastecerlo y prepararlo para el siguiente viaje. Pero después de que las jovencitas y aquella familia ayudaron al mecánico a arreglarlo, gran parte del enorme trabajo que tendría que hacer para reparar el vehículo y dejarlo en buenas condiciones hasta el día siguiente se redujo considerablemente hasta quedar en poco.

El sol estaba justo sobre el horizonte. El cielo era anaranjado con un toque de rojo salmón. Alice miró por la ventana y se sorprendió al ver cómo realmente pasaba el tiempo. Llamó a sus hijos y a las dos muchachas para que entraran en la posada y se prepararan para ir a dormir. Sullivan también estuvo de acuerdo con la madre de los niños. En su opinión, el camión estaba cerca de estar listo, pero recién estaría terminado al día siguiente. Dejó el mantel pulido sobre la mesa y continuó con ellos hasta el edificio principal del restaurante.

Al entrar, Paige y Alice se sintieron amargadas al ver a aquel hombre rudo en el mostrador, limpiando la parte superior de los muebles con una pequeña toalla. A su lado, había una radio portátil para escuchar una emisora ​​que estaba funcionando y pasaba música, noticias, fútbol o béisbol o algo más.

“Espero que se hayan divertido con Sullivan en el garaje.” dijo Richard con mirada seria, pero manteniendo el tono de su última conversación.

Sullivan sintió que la situación volvería a escalar a ese nivel. En lugar de reaccionar, fue directamente a la cocina y preparó la cena. Al pasar junto a su jefe, la expresión del Chef era la misma que antes, sólo avanzaría si fuera a arrojar la primera piedra de su mano a alguien y ese ‘alguien’ serían los sobrevivientes.

Richard reanudó su pregunta anterior.

“No escuché tu respuesta ¿Te divertiste con ello en el garaje?”

“Ah sí. Bastante.” Alice respondió, tratando de ser sarcástica con él.

“Sullivan vio que tenemos el potencial para arreglar las cosas.” añadió Paige.

“Es curioso. En este momento no tengo suficiente trabajo para llamarte a trabajar aquí.” respondió el dueño mientras miraba la pared a su izquierda. Luego volvió su atención hacia ellos. “Además, se quedarán aquí esta noche. ¿Estoy en lo cierto?”

“Ciertamente.” respondió Priscilla.

“Es una pena.”

“Oh, no te preocupes. No sabemos si mañana pediremos una fiesta de despedida.” dijo Paige.

“Y difícilmente haría uno para ti.”

Justo antes de continuar su conversación, Richard fue a revisar su radio para ver si algo estaba transmitiendo. Acercando su oído al dispositivo, se dio cuenta de que solo podía escuchar ruidos y silbidos debido a la falta de señal.

“Oh, qué diablos. Hoy en día no existe ningún canal de radio abierto.” dijo Richard, irritado por el silbido que provenía de la radio.

De repente, la chica con el rifle decidió llamar nuevamente al dueño.

“Disculpe. Espero que no hayas olvidado registrarnos en el diario de inquilinos.”

“Pero, por supuesto, no lo olvidé. Sólo estaba esperando el momento en que ustedes pensaran en pasar y poner sus nombres en ese diario.” respondió el hombre, señalando el libro abierto sobre el mostrador.

El grupo vio el libro de récords tal como lo señaló el propietario. En cuanto a cuál sería el pago por el alojamiento, informó que lo único serían los pequeños servicios después de las comidas y el uso de las habitaciones para dormir. Debido al apocalipsis zombie, el dinero físico y digital quedaron fuera de circulación y valor. Alice y sus hijos fueron los primeros en firmar el libro de récords. Luego vinieron Paige y Priscilla.

Cuando firmaron sus nombres en el libro, el dueño apagó la radio y se acercó a las llaves de la habitación.

“Muy bien. Ahora que estás registrado en esta posada, tendrás tu propia habitación para dormir. Y espero que os sintáis cómodos en vuestras nuevas camas.” informó al propietario, entregando a cada uno de ellos una llave.

“¿Eh? ¿Vamos a dormir en habitaciones separadas?” Alice preguntó, aunque sabía que sus hijos tenían 14 y 16 años, una edad en la que no necesariamente necesitan dormir con su madre.

“¿Hay algún problema con esto?”

Alice tenía miedo de dormir sola y sentir que había algo en la misma habitación que ella. Algo aterrador como los zombis. Sintiendo la preocupación de la mujer, Priscilla colocó su mano sobre su hombro.

“No te preocupes, Alice. Me quedaré en la misma habitación que tú.” ese gesto tranquilizó a Alice y no tendría miedo de dormir sola.

“Bueno espero que todo esto se solucione. Si necesitas cualquier cosa, cualquier cosa, puedes llamarme a mí o al Chef.” concluyó el dueño del restaurante.

Sin nada más que decir, los sobrevivientes subieron a ver sus nuevas habitaciones. No eran muy atractivas en cuanto a estética, pero tenían una cama y un baño completo para cada habitación y cuartos para guardar sus pertenencias y ropa.

Al no estar muy acostumbrada a este mundo y ser una Claymore, Priscilla optó por clavar su espada en el suelo y apoyar su espalda en ella. Alice encontró extraña su forma de prepararse para ir a la cama, pero decidió tomar una ducha y dejar descansar al joven guerrero.

Después de un rato, tuvieron una cena preparada por Sullivan. Uno que no tenían desde hacía mucho tiempo. Bistec encebollado con salsa acompañado de frijoles, arroz y ensalada de lechuga.

A los niños y a su madre les encantó la comida después de ayudarlos con el camión. Como Priscilla no comió más después del primer bocado, terminó pasándole su plato a Paige. A ella no le importaba ver a su amiga comer su plato para evitar desperdiciar una comida después de que fuera preparada por un buen cocinero.

Luego ayudaron a Sullivan a guardar las ollas, lavar los platos y poner las mesas antes de dirigirse a sus habitaciones a dormir.

////

La noche descendió sobre el horizonte. Fuera del restaurante y de la posada todo parecía muy tranquilo. El ruido de los búhos, serpientes y otros animales resonaba en algunos rincones del desierto, creando un ambiente sonoro agradable para escuchar.

Y en medio de ese desierto, un coche seguía su trayectoria en línea recta. En el interior, el único pasajero era el conductor, un hombre caucásico de 29 años, de cabello castaño claro, que vestía una blusa blanca con una camisa azul abotonada, pantalones vaqueros y zapatos beige. Se supone que él también es un superviviente y que abandonó la ciudad en busca de refugio.

El conductor bostezó mientras sus manos permanecían firmemente en el volante y su pie todavía presionaba el pedal del acelerador. El viaje fue agotador, aun cuando mantuvo el camino recto sin hacer paradas para descansar. La dirección de la carretera tomada es hacia el restaurante de camioneros de Richard por si ve algún interés en descansar.

En el último bostezo, sus párpados se volvieron pesados ​​hasta el punto de que tuvo que cerrarlos de repente. Y cuando ya era evidente que el sueño le quitaba la atención de la conducción, una figura que parecía una mujer apareció en el horizonte. Caminaba con la cabeza ligeramente inclinada, pero alineada hacia adelante. Sin percatarse que los faros delanteros ganaban intensidad de brillo conforme el vehículo se acercaba a ella y el conductor no la veía debido a su profundo sueño, su atención solo se recuperó cuando sintió que el auto atropellaba algo de gran tamaño y casi perdía el control.

“¡¿Pero qué fue eso?!” exclamó el hombre asustado, todavía con las manos en el volante.

Al pasar sobre aquella extraña mujer, pisó el pedal del freno y del embrague, reduciendo la velocidad hasta el punto de detener su vehículo por completo. Hecho esto, el viajero apagó el motor de su vehículo y continuó corriendo para ayudar a la persona herida.

“¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios mío!” gritó, arrepintiéndose de haberla atropellado. Cuando la ayudó, notó que su piel estaba pálida, su ropa estaba parcialmente arruinada y sus manos estaban oscuras debido a algún tipo de necrosis. En algunas personas, este tipo de enfermedad se presentó en individuos que habían fallecido hace algún tiempo. Pero como era un cadáver andante, fue una terrible idea salir del vehículo para ayudarla.

Y cuando ya no podía empeorar, el hombre escuchó el sonido de pasos arrastrándose que venían frente a él.

Ah, mierda.” pensó mientras veía un pequeño grupo de zombis acercándose a él. Algunos con extremidades faltantes, otros con un aspecto desfigurado debido a la descomposición de la carne o con las entrañas abiertas para exponer sus órganos. Todos avanzaban y cualquiera que viajara y se interpusiera en su camino tendría pocas posibilidades de sobrevivir si decidía abandonar el vehículo.

Como último acto de desesperación, el viajero corrió hacia su coche y encendió el motor para huir. Su corazón latía con fuerza, lo que le dificultaba agarrar la llave e intentar mantenerla en su mano para insertarla en la terminal. Tanto es así que acabó tirándola al suelo del coche y retrasando aún más su huida.

Los zombis se acercaron al vehículo del viajero. En medio de ellos, aquella mujer no muerta que había sido atropellada se levantó del suelo y se dirigió junto a los demás hacia el coche detenido. La situación del viajero empeoró a medida que la ola se acercaba. Logró recoger la llave del suelo e insertarla en la ranura de encendido. Giró el dispositivo para arrancar el coche, pero vio que tardaba más de lo esperado.

“¡Vamos! ¡Vamos!” exclamó el hombre mientras giraba la llave para arrancar su coche.

En un instante, justo antes de que pudiera escuchar el rugido del motor, el no-muerto golpeó sus ventanas. Y una de ellas terminó rompiéndose, extendiendo el brazo de uno hacia el interior del vehículo. El hombre gritó de miedo al ver aquella escena de terror. Parecía estar en una verdadera película de terror y era uno de los personajes más desafortunados que morirían por los zombis.

Al igual que esa ventana, otras estaban rotas y algunas de ellas se metían dentro del coche, rodeando por completo al hombre.

“¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!!!!”

Sus gritos resonaron fuera del coche mientras devoraban su carne. Otros que pasaban junto al coche caminaron hacia adelante, en dirección al restaurante de camioneros de Richard.

////

Al día siguiente, Paige se despertó asustada porque supuestamente escuchó a alguien gritar, y ese alguien sería ese conductor que había sido devorado por los zombis. Su corazón latía un poco más rápido que antes, pero se calmó porque creyó que era solo un sueño. Un mal sueño. Cuando giró su mirada hacia la cómoda, notó su camisa de manga larga y sus pantalones encima del mueble. Ella llevaba una camisa negra y bragas cuando dormía en su habitación.

Saliendo de la cama, se dirigió al baño para lavarse la cara, hacer sus necesidades y regresar a ponerse su ropa. Cuando abrió la puerta para salir, notó que el pasillo estaba un poco tranquilo. Al parecer los demás se despertaron antes que ella y ya debían estar en la mesa tomando café.

Cuando bajó las escaleras, vio a Alice y a sus hijos tomando café con tostadas, tocino y huevos fritos. Además de ellos, Priscilla estaba con ellos aunque comió un trozo de manzana, Sullivan estaba en la otra mesa junto a él y Richard escuchaba su radio mientras limpiaba las botellas de licor del estante.

“¡Mamá, mira! ¡Es Paige!” llamó Marcos.

“Buenos días Paige.” saludó Alice. Andrew, Sullivan y Priscilla pronto la saludaron.

“Buenos días a todos.” saludó el joven sobreviviente. Mirando a la dueña, la saludó con la mano. “Buenos días Richard.”

Paige se sentó con los demás a tomar café.

“¡Qué rico olor a café! ¿Preparaste todo esto?” la muchacha le preguntó al cocinero.

“Esta vez la cocinera fue Alice. Ella fue quien preparó todo esto para nosotros. Richard no me creyó cuando le dije que ella se despertó muy temprano, mucho antes de que yo pudiera despertarme y hacer café.” respondió sonriendo.

“¿Verdad? Ahora me sorprende oír eso, Alice.” Paige respondió, sorprendida por las increíbles habilidades de la madre de los niños.

“Gracias Paige. Hacía mucho tiempo que no preparaba un café como este en el tiempo que teníamos en nuestra casa. Por supuesto, Sullivan también prepara un café con un aroma agradable para que lo disfrutemos.”

“Me alegra oír eso. Pero, ¿sabes?, deberías prepararnos café a todos con más frecuencia.” elogió Sullivan. “Disfrútelo mientras los huevos y el tocino aún estén calientes.”

Paige preparó su plato de desayuno para comer. El café de Alice estaba realmente sabroso, acompañado de tostadas, huevos y tocino. Los chicos tomaron una pequeña porción de tocino para comer con su pan y café. Priscilla estaba un poco callada mientras miraba hacia adelante. Ella estaba vestida con piezas de su armadura para algún tipo de caminata o patrulla.

Cuando Paige estaba comiendo su tostada por segunda vez, vio a su amiga levantarse para echar un vistazo afuera del restaurante.

“¿Qué le pasó a Priscilla? ¿Pasó algo para que ella saliera allí?” Paige preguntó, sorprendida de lo callada que estaba y se fue por un momento.

“No sé. Solo sé que pude dormir un poco mejor esta noche con ella durmiendo en la misma habitación que yo.” respondió Alice. Pero también estaría de acuerdo con el comentario de Paige. Marcos y Andrés también estuvieron de acuerdo después de su madre.

“Yo tampoco tengo idea. Lo más curioso es que no suele comer mucho.” comentó el cocinero. “¿Tiene algún tipo de trastorno alimentario?”

“Oh, no. Ella tiende a comer porciones más pequeñas de comida. Ella es de otro mundo.” respondió Paige.

“Ah. Lo comprendí. Creo que necesita comer algo, aunque sean pequeñas porciones.”

Paige estuvo de acuerdo con el comentario de Sullivan sobre qué Priscilla necesitaba pequeñas porciones de comida para mantener su cuerpo funcionando. Tras decir eso, terminó su café para continuar trabajando en el camión de los sobrevivientes, con el objetivo de continuar su viaje hacia un posible refugio en México.

Mientras tomaban su café y el mecánico continuaba con sus tareas, la radio de Richard comenzó a transmitir algo más que los silbidos y ruidos que había estado escuchando ayer. Esta vez oyeron una voz de mujer por los altavoces de la radio. A juzgar por su voz, tendría unos sesenta años.

“Los que llegan sobreviven. Terminus. Santuario para todos. Comunidad para todos.” dijo la mujer en la radio.

Cuando Paige y los demás lo oyeron, se sorprendieron. ¿Una estación de radio que aún funciona en este mundo prácticamente muerto? ¿Más aún transmitiendo un mensaje de ayuda a quienes buscan refugio?

“¿Qué dijo ella? ¿Dijo algo sobre ‘santuario para todos’?” preguntó Paige al escuchar eso.

“¡Silencio! Necesito ver si no tienen nada más que decir.” dijo el dueño del restaurante, pidiendo a los demás que guardaran silencio.

El grupo solo pudo escuchar el mismo mensaje que antes. “Santuario para todos. Comunidad para todos. Los que llegan sobreviven. Terminus”. Estas palabras quedaron inmortalizadas en los oídos de la niña. Pero después de todo, ¿qué es exactamente Terminus? ¿Quiénes son? Estas preguntas no permanecieron en silencio en su mente.

Paige quería saber más sobre ellos. Decidió acercarse a la radio portátil de Richard para escuchar con más claridad y ver si estaban diciendo algo más en medio del mensaje de ayuda. Y después de unos minutos, la transmisión terminó, dejándola a ella y a los demás ansiosos.

“Bueno, parece que sólo había este mensaje. Es una pena.” dijo el dueño del establecimiento.

“Disculpe. ¿Qué opinas de este ‘Terminus’?” le preguntó a Richard.

Como estaba al mismo nivel que ella, su respuesta sería algo superficial. “No sé mucho sobre ellos. Sólo sé que son una especie de santuario. Un “Santuario para todos”. Comunidad para todos. Así lo afirmó la locutora de radio.”

“Pero ¿alguna vez has pensado lo fantástico que sería si pudiéramos ir allí y ellos pudieran protegernos?”

Al escuchar eso de la chica que los protegía, Alice estaba un poco preocupada de que Paige hiciera demasiadas preguntas innecesarias hasta el punto de poner al grupo en un juego arriesgado. Antes que nada, llamó a sus hijos.

“Marcos, Andrew, ¿por qué no salen y ayudan a Sullivan y Priscilla mientras mamá charla un poco con Paige y el dueño del restaurante?” Alice susurró a sus hijos. Andrés estuvo de acuerdo con su madre, pero Marcos no entendía de qué se trataba.

“¿Eh? ¿Pasó algo mal, mamá?” preguntó Marcos.

“No cariño. Sólo quiero que hagas esto.”

“Está bien, mamá.”

Los dos niños salieron por la puerta principal, dejando solos a los dos adultos y a la joven Paige.

“Paige, por favor. Sé que tienes curiosidad por este lugar, pero como es un lugar que se mencionó hace un rato, no creo que sea buena idea ir allí mientras pretendemos tomar la carretera a México.” dijo Alice con cautela sobre el interés de la niña en Terminus.

“Sé que esto es repentino y no es una idea interesante. Sin embargo, necesito confirmar algo en lo que no puedo dejar de pensar y es sólo allí donde puedo encontrar la respuesta a esta inquietud.”

“¿Y qué habría en Terminus que te hiciera sentir aprensivo? ¿Tus padres o algún familiar se encuentran refugiados allí?”

“No lo sé, Alice.”

“Mira, no sé por qué insistes en algo que sólo descubriste por casualidad. Este es el único lugar que conozco. Y el único que puedo aprovechar al máximo mientras ningún tipo de peligro pueda llegar y arruinar todo lo que he logrado construir.” respondió Richard.

“Entonces, ¿prefieres quedarte aquí, creyendo que los zombis no vendrán y se irán a otros lugares?”

“Exactamente. Si prefieres irte lo antes posible, no me importaría.”

Paige tenía el puño cerrado y lista para lanzarlo contra el hombre. Pero ella sabía que hacer eso no la haría una mejor persona. En cambio, decidió decir eso. “Lamento decirte esto, pero sólo te preocupas por ti mismo y prefieres aislarte de una realidad que no se adapta a tus preferencias.”

Dicho esto con seriedad, la joven abrió la puerta y se fue. La madre de los niños se preocupó al verla así. Su mirada se dirigió al dueño del establecimiento con cierto grado de insatisfacción, provocando cierto malestar en el hombre.

“¿Qué fue?”

“Sabes, Paige y Sullivan tienen razón acerca de ti. No eres más que una persona gruñona que critica a algunas personas por sus ideas y no quiere realmente ayudar a otros que vienen de fuera. Simplemente prefieres que sus problemas sean suyos para resolverlos y quedarte en paz, lo cual no es el caso en este momento.”

“¡No metas a Sullivan en la conversación! No entiendo por qué le encanta hablar de mí con los demás hasta el punto de querer que lo manden lejos, igual que los otros que querían irse de aquí.”

“Querían ir a buscar un lugar seguro que pudiera tener algo diferente para que ellos pudieran disfrutar en este momento difícil. A diferencia de aquí, que está en medio de un desierto y no tiene mucho que ofrecer.”

“De hecho, este es el único lugar en este mundo donde pueden vivir. ¡Ustedes son los que aman inventar para ir a otros lugares, creyendo que están a salvo de los zombis! Y no me importa si ustedes se van. ¡Me importa un carajo!”

Dicho esto, a los pocos segundos, Richard recibió una bofetada en el lado izquierdo de la cara. Alice lo lanzó como un gesto de desaprobación a su actitud de ver condenado a cualquiera que tuviera la idea de irse y de no hacer mucho para ayudarlos o apoyarlos.

“¡Tú eres una persona asquerosa!” dijo ella enfadada. Dicho esto y dada la bofetada, se marchó del restaurante.

Afuera, vio la puerta del garaje abierta, con Sullivan terminando las reparaciones de la carrocería del vehículo y la inspección del motor, que en ese momento no estaba lejos. Paige y los chicos estaban ayudando al mecánico, pero Priscilla no estaba con ellos. Por extraño que parezca, ella salió un momento para comprobar algo.

Al entrar, la vieron y la llamaron para que les ayudara con el mantenimiento. Como Paige estaba allí en ese lugar y Alice estaba con ella y el dueño antes de que la joven sobreviviente se fuera, notó que sus mejillas estaban un poco rojas.

“¿Pasó algo allí?” preguntó ella, llamando la atención de Marcos y Andrew.

“No, Paige. No pasó nada importante.”

Al ver la mirada en los ojos de Alice, el mecánico tuvo la ligera sensación de que tenía una discusión con su jefe. En lugar de decir algo relacionado con eso, optó por informarle sobre el estado del vehículo.

“Bueno, Alice, tu camioneta está prácticamente lista para salir a la carretera y continuar su viaje a donde quieras ir.”

“¿Realmente?” -preguntó la mujer asombrada.

“Por supuesto. Habría tardado más si no me hubieras ayudado con gran parte del trabajo. Por esto estoy completamente agradecido.”

Alice se emocionó al escuchar eso. A diferencia de su dueño, Sullivan era una persona humilde y siempre dispuesto a ayudar a los necesitados. Casi al borde de las lágrimas, contiene su ansiedad y decide invitarlo a ir con ellos en el viaje a México.

“Yo no sé qué decirte, pero… ¿por qué no vienes con nosotros? Nos gustaría que vinieras con nosotros a México.”

Al escuchar eso, Sullivan se sorprendió por la invitación de Alice. Tenía un gran interés en dejar el establecimiento de Richard y buscar otro lugar que pudiera ser el comienzo de una nueva vida. Sin embargo, una parte de él le obligaba a no dejar solo a su jefe, aun cuando sabía que no había ayuda para él.

“Me gustaría mucho. Muchísimo. Sin embargo, no creo poder ir contigo.”

Al oír eso, ella se sorprendió.

“Pero… ¿por qué?”

“Si pudiera ir contigo a donde quiera que vayas, sería un gran placer poder aceptar tu petición. Pero Richard, él… él no me dejaría ir por mi propia voluntad.”

Alice quedó casi devastada al escuchar eso de Sullivan. Paige intenta convencerlo de que cambie de opinión.

“Mira, nos dijiste que tu jefe no es amable con sus clientes cuando se pone duro y dice cosas desagradables. No sabemos si esto les ha pasado a sus otros clientes antes del apocalipsis y nuestra llegada. Y además, ya que mencionaste que los zombis están llegando aquí, no sería una buena idea quedarnos aquí y descubrir qué nos pasará si eso sucede.”

Sullivan tenía la confianza y la razón del joven sobreviviente para ponerse del lado de su jefe, inmerso en la creencia de que ese establecimiento permanecería inmune a un ataque zombi; o elegir ir con ella, Priscilla, los niños y su madre.

////

Lejos de ese lugar, la joven espadachín buscó en una región del desierto con el fin de comprobar algo que sentía. Al parecer en el momento en que ella había dormido en la misma habitación que Alice había elegido quedarse, había escuchado un grito de una persona que estaba siendo atacada por una ola de zombis. Lo mismo que Paige aparentemente había oído en su sueño. A diferencia de Paige, Priscilla tenía sentidos avanzados como la audición y la visión, lo que le permitía ver y oír más allá del rango humano.

Cuando miraba ese horizonte desde lejos, lo único que podía ver era un suelo de tierra y arena, plantas bajas, cactus y un halcón volando en busca de pequeños roedores o serpientes. Todo parecía tranquilo con esos elementos en su visión. Sin embargo, algo más llamó su atención cuando giró un poco hacia la derecha. Una ola de muertos vivientes avanzó hacia donde podría haber formas de vida de las que pudieran alimentarse. La mayoría de ellos se movían lentamente y partes de sus extremidades se arrastraban por el suelo.

¡Oh, no!” pensó Priscilla viendo a los zombis caminar hacia donde estaban Paige y los demás.

Se dirigían hacia el restaurante de los camioneros y ella sabía que aún faltaba preparar la camioneta para partir. Sin tiempo que perder, dirigió su Yoki hacia sus piernas para advertirles con antelación, antes de que todo estuviera perdido.

////

En las instalaciones, Sullivan y los sobrevivientes todavía estaban discutiendo si huir a México o quedarse con Richard y morir. A veces miraba a Paige y a Alice, mientras que otras veces miraba hacia donde estaba su jefe. Sintiendo que las cosas no serían más seguras si se quedaba, decidió ir con ellos.

“Imagino que quedarse no es una decisión inteligente. En ese caso, iré contigo.”

Alice y los chicos estaban felices de escuchar su respuesta. Paige suspiró, pensando que se quedaría. Pero ella sonrió cuando lo escuchó elegir ir con ellos.

“Sabíamos que no podrías quedarte allí por mucho tiempo. Muy bien, tenemos que empacar nuestras cosas y salir de aquí.”

“¿Y Priscilla?” preguntó Marcos.

“Sí. No podemos marcharnos sin ella.” Paige estuvo de acuerdo. “Simplemente no entendí por qué se fue sin decir a dónde iba.”

“Te garantizo que Priscilla regresará antes de que nos vayamos. No te preocupes Paige.” dijo Alice.

“Sobre esto también creo que ella volverá. Bueno, tenemos que llevar este camión a llenar su tanque. ¿Puedes ayudarme a empujarla?” concluyó Sullivan.

Al escuchar eso, Paige y los demás ayudaron al Chef a empujar el vehículo hasta las bombas de combustible. Con un eje nuevo y un servicio completo, la Ford F-250 podría recorrer un largo camino en este viaje hacia la supervivencia. Y cuando llegaron a las bombas, Sullivan no sólo llenó el vehículo sino también los bidones de gasolina con diésel.

Mientras hacía esto, Paige y los demás fueron a la posada a buscar sus cosas de las habitaciones en las que estaban hospedados y llevarlas al vehículo. En el camino, Priscilla llegó a tiempo para advertirles del peligro inminente que les esperaba.

“Priscilla.” llamó Marcos.

“¿Priscilla? Vaya, nos tenías preocupados. ¿Qué estabas haciendo ahí afuera?” Paige preguntó por qué se había ido.

“Amigos, tenemos un gran problema.”

Imagino que nada termina sin que surja un problema.” pensó Alice cuando escuchó “gran problema”.

“¿Qué pasó, Priscilla? ¿Qué quiere decir con ‘un gran problema’?” Paige preguntó.

“Una ola de zombis se dirige hacia aquí.”

Dicho esto, todos quedaron asombrados. Alice estaba casi blanca al oír eso otra vez.

“¡¿Qué?! ¡Aquí, pero cómo!?”

“No sé. Pero imagino que no permanecen en un lugar por mucho tiempo.” respondió la joven Claymore.

“¿Cuántos eran, Priscila?” preguntó Andrew.

“Por lo que pude ver, había muchos. Son demasiados para contarlos e incluso si Paige y yo pudiéramos enfrentarlos, no tendríamos muchas posibilidades de sobrevivir. Tenemos que salir de aquí. ¿La camioneta está lista?”

“Sí. Sullivan fue a llenarlo y también unos cuantos bidones más de gasolina.” respondió Alice.

“Bueno, me alegro de que hayamos podido ayudarle a arreglar su camión. En cualquier caso, tenemos que salir de aquí lo antes posible.”

“Priscilla, mira si puedes ayudar a Sullivan con los bidones. Vamos a buscar nuestras cosas de las habitaciones.” informó la joven sobreviviente a su tutor.

Dicho esto, el guerrero se dirigió al camión para ayudar a Sullivan a llenar los bidones.

////

Al entrar en la posada, Richard guardó una última botella de cerveza en el armario junto al mostrador. Al ver a los chicos, Alice y Paige, subir a sus habitaciones, decidió llamarlos.

“¡Oye! ¿A qué viene tanta prisa?” exigió el hombre una respuesta.

Paige bajó a responderle, dejando que los demás siguieran adelante. “Nos estamos preparando para partir.”

“Qué sorpresa. Pensé que ya se habían ido cuando se obsesionaron tanto con Terminus.”

Paige entrecerró los ojos con expresión de disgusto por el hombre.

“Además, ¿puedo saber por qué Sullivan está llenando los bidones con diésel?”

“Él va con nosotros a México para escapar de los zombis.” Alice terminó después de bajar las escaleras con sus hijos y sus cosas, incluido el rifle de Paige.

“¿Cómo que Sullivan se va a escapar contigo? ¡No se irá de aquí!”

“¡Oh, pero se va a ir! Vete porque es derecho de Sullivan ir con quien quiera y a donde quiera.”

“¡No aceptaré esto!” exclamó el dueño de la posada. En un acto de agresión contra los supervivientes, sacó del armario una escopeta Winchester modelo 1897. A diferencia de la Marlin modelo 25, una escopeta era eficaz para causar daños a corta distancia, destrozando y desgarrando trozos de carne con sus perdigones.

Al ver ese barril apuntando a su pecho, Paige se sorprendió. Ella había pasado por una situación muy delicada tras recibir un disparo de pistola en el pecho. Pero que me disparen con una escopeta no sería el final agradable que me gustaría tener. Alice y sus hijos intentaron convencer a Richard de que no apretara el gatillo contra la joven Paige. Sin embargo, les apuntó con el arma.

“¡Ni se te ocurra pensar en hacerme cambiar de opinión! ¡Después de todo, lograste arruinar la paz que tanto anhelaba mantener!”

“¡Por favor! ¡Todo menos mis hijos!” la madre de los niños suplicó asustada.

“¡Déjalos en paz, Richard!” ordenó Paige, tratando de interferir en esa situación. Una vez más, él le apunta con el arma.

“Lo único que quiero es que te vayas con tus cosas lejos de aquí, ¡pero sin llevarte a Sullivan! ¡Él es mi cocinero y mecánico, así que puedo mantener este lugar funcionando! Dile que tu jefe necesita un almuerzo completo y que vendrán nuevos clientes. Y si no podéis cumplir con mis exigencias, tendré que despedir a uno de vosotros. ¿Me entiendes?” lo amenazó con la escopeta Winchester.

Paige tragó saliva con fuerza al tener que aceptar esa difícil exigencia. Ella y Alice habían anhelado la compañía de Sullivan en el viaje a México, pero Richard había demostrado que moriría por él o cometería atrocidades para mantenerlo en ese lugar condenado. Sus manos sudaban fríamente sobre el rifle, lo que hacía que su agarre sobre él fuera casi firme. No pude dar un paso hacia la puerta. Fue en ese momento cuando la madre de los niños encontró el coraje para confrontarlo con sus palabras.

“Todo lo que queremos es un lugar donde quedarnos y poder llamarlo hogar. Aunque vinimos aquí con la intención de arreglar el camión y… poder pedir ayuda con nuestro viaje. Pero veo que nos habéis estado complicando demasiado las cosas desde que pusimos un pie aquí. Sin embargo, Sullivan ha demostrado que es diferente a ti.”

“¡¿Y qué diferencia hace eso?! ¡Tú eres demasiado complicado para entender mis exigencias! ¡Ahora haz lo que te digo!” continuó con la escopeta en la mano.

“Aunque nos digas que hagamos cambiar de opinión a Sullivan, tarde o temprano tendrás que entender que no puede vivir el resto de su vida atrapado en una ficción en la que este apocalipsis no llega a este lugar y que aquí vendrán nuevos clientes.” dijo Paige. Richard volvió a apuntarla con el arma.

Después de comprender que no cumplirían su última exigencia hasta el punto de amenazarlos de muerte, pronunció sus últimas palabras.

“¡Ustedes son demasiado complicados para cumplir mis demandas! Como no haces lo que te digo, tendré que enviarte al infierno. ¡Empieza tú, mocoso!” levantó el cañón de la escopeta hacia la cabeza de Paige. “¡Ya puedes decir adiós!”

“¡NO!” Alice y sus hijos. En un instante, escucharon el sonido del disparo del Winchester rugiendo en la sala de estar de la posada. Un final espantoso para la joven superviviente. Sin embargo, algo acabó interfiriendo en el cruel desenlace de Paige. Cuando abrió los ojos, vio que el cañón de la escopeta estaba sacado de su dirección, apuntando al techo de la posada. Y para colmo, la mano derecha de la guerrera agarraba con fuerza el cañón de gas y el compartimento del arma, haciendo que el tirador ya no tuviera el control de la misma, dejando a Richard asustado al ver su increíble fuerza física y velocidad al salvar a su amiga.

Alice, Marcos y Andrew vieron la hazaña heroica de su tutor al impedir que el dueño del establecimiento cometiera un atentado contra una vida.

“Priscilla!” llamó Marcos.

Richard se asustó al ver a la joven guerrera anticipando el disparo de su arma.

“¡¿… có… có… cómo?!”

“No debería haberse metido con ellos, señor Richard. De lo contrario, no lo perdonaría por el resto de su vida.” dijo con una mirada aterradora al punto que el dueño cayó de espaldas al suelo. Paige corrió a quitarle la escopeta y apuntarle.

“Está bien. ¡Está bien, está bien! ¡Lo siento mucho! ¡Lo siento mucho!”

“¿Crees que apuntar con un arma a personas indefensas y casi matarme será suficiente para que te perdonemos?” exclamó Paige.

“Bueno. Ya lo entendí. ¡Me equivoqué! Pensé que… haciendo esto recuperaría mi paz. ¡Pero vi que cometí el peor error! ¡Ya puedes irte!”

Paige miró a Priscilla y su respuesta fue asentir con la cabeza hacia adelante, indicando que el camión estaba listo. Dirigiendo su mirada hacia los demás, corrió a ayudarlos.

“Paige, me alegro de que estés bien.” dijo Alice abrazándola. Sus hijos hicieron lo mismo.

“Está todo bien ahora. Se acabó el susto.”

“Y ahora ¿qué haremos?” preguntó Marcos.

“Nos vamos de aquí. El camión está listo.”

“Muy bien. Vamos al vehículo y lo ponemos en marcha.” concluyó la madre de los niños.

Justo antes de dirigirse al vehículo, Sullivan se detuvo para verlos cuando entraban a la posada. Su mirada expresaba asombro al haber escuchado el sonido del disparo del Winchester.

“Escuché el sonido de un disparo en la posada. ¿Pasó algo por aquí?”

“Sullivan, tu jefe casi le quita la vida a Paige.” dijo Priscilla mientras aún permanecía de pie junto a él para evitar otro intento contra ellos.

“¡¿Él hizo eso?! ¡Richard, cómo pudiste hacer eso!” exclamó, dirigiéndose hacia él para ocuparse de aquel incidente.

“Mira, estaba equivocado. Pensé que haciendo esto volvería a estar en paz.”

“¿Realmente crees que quitar una vida te hará sentir en paz?”

“Sullivan, no quiero que te vayas Eres la única persona que nunca me ha abandonado, aunque otros se hayan ido de este lugar.”

“Se fueron porque ya no había mucho que hacer aquí. Tenían a sus seres queridos dispersos en rincones lejanos de este país, refugiados en el lugar para poder seguir viviendo lejos de los zombis. También tenía a mis seres queridos ahí afuera, como una hija a la que no volví a ver después del apocalipsis. Pero ahora tendré que ir a buscarla y ayudar a Paige y a los demás a encontrar refugio.”

“Lo sé, Sullivan. Lo sé. Yo… Lo siento por mantenerte aquí todo este tiempo.”

“Te entiendo, Richard. Vamos. Sé que no hay mucho que hacer por aquí, pero tal vez podamos encontrar una manera de empezar este negocio desde cero.”

“Tienes razón. Vámonos de aquí.”

Habiendo hecho las paces entre los dos, Richard aceptó que Sullivan podía ir con ellos y que se le permitía ir con ellos. A pesar del incidente, Paige, Priscilla, Alice y los hijos temían que el posadero fuera con ellos y cometiera otro ataque.

Sullivan abrió el camino hacia la puerta para continuar los preparativos de los sobrevivientes para su viaje a México. Detrás de él estaban Richard, Paige y Priscilla, Alice y sus hijos.

////

Al salir de la posada, otro incidente ocurre ante los ojos de todos. El viajero que una vez se dirigía a un lugar en medio de la noche y fue atacado por la horda de zombis ahora era uno de ellos, y avanzó hacia el cocinero, atacando su hombro derecho con dientes afilados y manchados de sangre. Todos quedaron horrorizados al ver eso, especialmente Paige, Alice, los chicos y el posadero. La joven con el rifle recordó la vez que el ladrón en el hospital fue rodeado por una ola de zombis mientras escapaba, y Alice y sus hijos recordaron la vez que su padre cayó y fue abrumado por ellos. Priscilla no pudo prever eso a tiempo para llamar a Sullivan y tratar de salvarlo de la misma manera que salvó a Paige con eso.

El hombre gritó de dolor al sentir los dientes del zombi perforar su hombro. Intentó hacer todo lo posible para quitárselo de encima, pero nada funcionó. Paige tomó su rifle por la espalda y de un solo disparo hizo un agujero en la cabeza del zombi, dejando caer el cuerpo encima de Sullivan.

Con la criatura eliminada, Richard, Paige y Priscilla retiraron el cuerpo del cocinero para ayudarlo. Con el delantal del dueño detuvieron el sangrado luego de que se lo quitó para ayudar a su empleada. Sin embargo, incluso intentando detener el sangrado, no tuvieron forma de detener los efectos de la zombificación que recorrían el cuerpo del hombre caído.

“¡Sullivan! ¡Hable con nosotros! ¡Hable con nosotros!” llamó Paige.

“¡Vamos Sullivan! ¡Dime algo!” llamó el dueño de la posada.

El hombre apenas podía hablar por la pérdida de sangre y el temblor que sentía en su cuerpo. Sollozaba y tosía para intentar decir algo. “Muchacho, nunca imaginé que… que este sería… el peor momento para morir.”

“No digas esas cosas, Sullivan. ¡Te sacaremos de ésta!” exclamó Richard.

El terror apenas comenzaba para ellos. Y cuando uno no era suficiente, el lugar empezó a estar rodeado de zombis. Algunos avanzaron lentamente, otros ya tropezaban y corrían hacia los supervivientes. Alice tenía miedo de volverlos a ver. Richard y Priscilla lograron sacar a Sullivan del suelo y llevarlo a la cocina. Al hacerlo, los zombis los siguieron.

Al ingresar al lugar, Paige utilizó su rifle para derribar a algunos de los monstruos que se acercaban a la puerta principal. Sin embargo, eran demasiados para que ella sola pudiera encargarse de ellos. En la cocina, los dos que cargaban al cocinero herido lo pusieron en el suelo, apoyando su espalda contra la pared. Después de eso fueron a ayudar al joven francotirador con sus armas. Priscilla les golpeó con su espada y Richard disparó con su escopeta.

Los zombis empezaron a romper las ventanas y, poco a poco, empezaron a invadir la posada desde varios rincones. Esto dificultó a los supervivientes bloquear el paso principal por la puerta principal. Como última opción, tuvieron que refugiarse en la cocina y cerrarla con varios armarios y muebles. Priscilla sujetó la puerta y evitó que la violaran desde fuera.

“¡No sé cuánto tiempo podré retenerlos!” informó la guerrera mientras sostenía el mueble contra la puerta.

“¿Eso significa que estamos atrapados aquí?” exclamó Alice asustada.

“Hay otra salida si la de delante está bloqueada.” el propietario señaló la puerta de la derecha. Ella era un poco cercana a Priscilla. “Ella nos saca de la posada, pero me temo que podremos salir de aquí con todos estos zombis rodeando el lugar.”

“¡Así que este es el final! ¿No es así?” preguntó Paige, alarmada. En un instante, ella y los demás oyeron una voz casi débil.

“Espere…”

Al oír esa voz, Richard y Paige fueron a atender a Sullivan, que tosía. El sangrado no parecía haberse detenido, incluso con el paño para sujetarlo. Como no tenían bolsas de sangre ni medios adecuados para suturar las heridas, su vida llegó a su fin.

“Quizás no sea… el… final.” dijo Sullivan, todavía herido y tosiendo.

“¿De qué estás hablando, Sullivan? Por si no os habéis dado cuenta, nos acabamos de encerrar en la cocina. Mala manera de esperar la muerte.”

“No digas eso.” dijo, bromeando con su jefe. Aunque su visión estaba borrosa, vio los cilindros de gas en la otra pared. “Esos cilindros de gas. ¿Podrías hacerles un corte en sus mangueras?”

Al escuchar la idea de cortar las mangueras de los cilindros de gas, les pareció extraño. ¿Por qué hacer algo así? Pero Richard pensó que Sullivan quería que una fuga de gas explotara. Ante esto, el hombre cuestionó.

“¿Por favor dime que no estás pensando en esto?”

“¿Qué está pensando exactamente?” preguntó Alice.

“Sullivan realmente quiere volar este lugar.” respondió Richard.

Alice se sorprendió y entristeció al escuchar esto. Paige y los demás tampoco querían eso.

“Por favor Sullivan. ¡No hagas eso!” Marcos suplicó llorando.

“Marcos, sé fuerte. Sé que… querías que fuera contigo a México. Pero… en el estado en el que estoy, no creo que pueda aguantar todo el viaje y… hacer mucho por… ti. Así que tengo que hacer… esto. Richard, por… favor…”

Sin dudarlo, Richard hizo lo que su empleado le pidió. Con una navaja de su bolsillo, cortó un trozo de las mangueras de la bombona de gas. El gas para cocinar se filtró a través de ellos, inundando la cocina con ese compuesto gaseoso altamente inflamable.

Luego Sullivan sacó una foto de su única hija del bolsillo de su pantalón y se la entregó a Alice y a sus hijos.

“Mi única hija. Denise. Si la encuentras, dile que… papá quería tanto volver a verla, pero desafortunadamente… no vivió lo suficiente… para poder… hacer eso.”

“No te preocupes, Sullivan. Le entregaremos la foto tan pronto como la encontremos.” dijo Alice, con los ojos llenos de lágrimas.

Los zombis comenzaron a violar la puerta de la cocina. Por mucho que Priscilla los retuviera dentro, no sería suficiente si no usaban la puerta trasera y escapaban del lugar.

“Ahora, ¡vete!”

Sin demora, Paige abrió la puerta y luego ella y los demás comenzaron a correr hacia la camioneta, dejando a Sullivan solo en la cocina.

////

Afuera, Paige, Richard y Priscilla se abrieron paso entre los cuerpos que caminaban hacia su vehículo. Con los bidones llenos y colocados en el balde, los pasajeros se acomodaron en sus asientos en el vehículo. Priscilla, Paige y Richard se quedaron en ese lugar, dejando la cabaña para Alice, Marcos y Andrew.

La Ford F-250 seguía funcionando como antes y se dirigía nuevamente por la carretera hacia la frontera con México. Con excepción de Alice, que era la conductora, los demás vieron cómo el restaurante desaparecía en la distancia en el horizonte. Los zombis intentaron alcanzar el vehículo y acercarse a él, y al igual que antes, Alice siguió pisando el pedal del acelerador, haciendo que la camioneta fuera más rápido y perdiéndolos hasta el punto de hacerlos perder el interés en ella.

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Dentro de la cocina, Sullivan, ahora debilitado y cerca del final de su vida, sacó un encendedor del otro bolsillo de su pantalón. Intentó activar el dispositivo hasta el punto de provocar una combustión en la cocina con todo ese gas saliendo de los cilindros. En los primeros intentos, estaba prácticamente demasiado débil para poder encender un fuego.

Y cuando los zombis finalmente derribaron la puerta, comenzaron a rodearlo y devorar sus restos. Fue en ese momento cuando logró reunir lo que le quedaba de fuerzas para este último acto de sacrificio.

“Odio decirlo, pero… vamos a cerrar… este lugar.” Éstas fueron sus últimas palabras antes de que los monstruos avanzaran hacia él. Luego logró encender el mechero y prender fuego al lugar. Y después de que la cocina explotó, la onda expansiva y los escombros golpearon las bombas de combustible de la gasolinera y provocaron otra explosión, quemando a los zombis que estaban allí.

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Afuera, Priscilla, Paige y los demás podían ver esa nube de fuego y humo que se elevaba desde ese lugar. En lugar de lamentar la muerte de Sullivan, necesitaban seguir adelante para poder sobrevivir y permanecer juntos hasta su destino final después de cruzar la frontera.

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